PERSONAJES:
En el tema anterior nos enteramos de cómo la familia Medici creó una cultura del patrocinio de las ideas, para lo cual se rodeó de las mejores mentes de su época, adoptando a auténticos genios como asesores políticos o como constructores de obras de ingeniería nunca antes vistas, además de obras pictóricas y escultóricas para adornar palacios y plazas públicas.
A continuación conoceremos a algunas de esas personalidades que sin la ayuda de los Medici no habrían logrado su lugar en la historia de la cultura.
Brunelleschi. 1377-1446.
Ingeniero-arquitecto fue el encargado de terminar de construir la cúpula de la Catedral de Firenze con una altura y forma que para la época era vista como imposible. Sin embargo, gracias a su capacidad para el cálculo matemático y una reputación que había ganado anteriormente como constructor y artista, logra convencer a Cosimo di Medici de permitirle realizar la construcción, se dice que cuando estaba avanzando, los albañiles se negaron a seguir trabajando por miedo a que la estructura se cayera, pero Brunelleschi no se detuvo, sino que con sus propias manos terminó el trabajo.
Al final, la construcción tuvo una inauguración impresionante para dar a conocer lo que eran capaces de hacer en Firenze.
Leonardo da Vinci. 1452-1519.
Uno de los artistas más conocidos en la historia del arte, su obra más famosa es la Mona Lisa o La Gioconda, que actualmente se exhibe en el Muso de Louvre en Paris, Francia. Sin embargo, ésta solo es una de sus obras, pues Leonardo también es conocido como un ingeniero-inventor que tiene bocetos de artefactos precursores del submarino, el helicóptero, los trajes de buzo. También era conocido por sus estudios de anatomía, para los cuales debía irrumpir de forma secreta en la morgue para poder disectar cadáveres y conocer su funcionamiento.
Un dato curioso es que Leonardo fue el inventor del tenedor como lo conocemos hoy y que tal vez sea su aporte más influyente.
Michelangelo. 1475-1564.
Creador de Il David, estatua imponente que retrata a David con una mueca pensativa y a la vez deafiante en medio de su batalla contra Goliath, también creó esculturas como La Piedad o diferentes versiones de esclavos, otra de sus obras famosas, aunque no la que más disfrutó es La Capilla Sixtina, por tratarse de pintura y no de escultura, que era lo que a él más le agradaba, además de lo incómodo que resultó el trabajo.
Como curiosidad, se dice que en un intento de realizar una especie competencia entre él y Leonardo, el ciudad de Firenze quiso poner a ambos a trabajar en murales uno frente a otro y saber quien era más capaz de plasmar una obra bella. Sin embargo, la idea fue un fracaso, ya que cada vez que se encontraban frente a frente lo que sucedía no era una batalla pictórica, sino una batalla de palabras, pues uno a otro se retaban o criticaban sin importarles avanzar en su trabajo.
Ambos artistas fueron patrocinados por Lorenzo di Medici.
Machiavelo. 1469-1527.
Versado en ciencias políticas y con talento para la escritura, con su nombramiento como asesor de la casa Medici, dedica su libro El Príncipe a Lorenzo Il Magnifico, una obra en la que expresa sus ideas acerca de cómo debe ser el comportamiento de un gobernante de la talla de Lorenzo. En sus páginas, entre otras cosas, sugiere que ante adversidades y retos de sus competidores, un príncipe debe ser decidido en sus acciones, incluso despiadado, con el fin de mantenerse en el poder.
Es de ahí que viene el término maquiavélico cuando nos referimos a una persona o a una acción que no tiene miramientos y es capaz de destruir a otros con tal de conseguir lo que se desea.
Esta obra se considera aún en nuestros tiempos como un referente para aquellos que quieren dedicar su vida a la política.
Dante Alighieri. 1265-1321.
Anterior a la época de los Medici, fue un escritor y diplomático con origen en una familia acomodada de Firenze quien normalmente es conocido por ser el autor de la Divina Comedia, una obra en la que retrata a personajes de la política de su tiempo, dándoles lugar el el paraíso, el purgatorio o el infierno, según su criterio.
Sin embargo, su aporte más importante fue haber creado el idioma italiano como lo conocemos actualmente. Al ser diplomático, su trabajo constaba en visitar las diferentes ciudades estado con las que Firenze mantenía relaciones comerciales y políticas, pudo darse cuenta que cualquier trato se dificultaba porque todas hablaban un dialecto diferente, por lo que propuso una nueva lengua común con la que pudieran entenderse, creando el italiano. AL principio comenzó en el área de lo que hoy conocemos como La Toscana, pero con el paso del tiempo, al crecer el poder de Firenze, su idioma terminó por ser aceptado también en ciudades como Milán, Nápoles, Roma y, eventualmente, en toda la Península Itálica.